Thursday, June 29, 2006

Diafragma

Guárdate para más tarde. Hasta el amanecer. Para que la angustia ceda a la tregua y no nos tiemble la mano a la hora de apuntar. A la hora de buscar. A la hora de comer.
Y que el diafragma amortigüe la caída. Y que el grito nos encuentre, como quien no quiere la cosa, con la boca llena y armando figuritas con las manchas encarnadas que adornan la pared.
Por ahora, palpita solo cuando sea necesario.
(Puede ser la última vez).

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en
las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.

29.6.06  
Blogger Mr. Robot said...

He caminado por tus versos, a veces como sobre guijarros y otros como sobre la hierba, aunque invariablemente bajo un cielo de sorpresas y destreza...sinembargo aquí hay un vuelo, un vuelo del instante, también de alguna eternidad cancelada.Y hay ventanas como está el vacío, como están esos hermosos ojos esmeraldas que guardan mil ojos más......manchistas de alquitrán en mi piel... eso eres tú.Eres lindo,todavia.
j.

6.7.06  

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