Sacudirme a punta de palabras, invocar el sueño y escurrirme entre la noche sin que la conciencia me coja intentándolo. Para dormir y no despertar siendo este mismo recipiente de ese algo que es incierto y que es intenso y que, de no tener cuidado, podría destilarse, concentrarse y devenir en más veneno.
Maldita puta noche.
Maldita puta mierda.
Hay más telarañas que la última vez que me puse a buscarlas. Más mugre involuntario. Más y más sedimento de calendario. He olvidado que este es el lugar al que vuelvo para soportar insomnios blandos.
Te regalo mi fe esta noche para pedírtela mañana de vuelta. Porque estoy seguro de que habrá de serme útil si acaso la próxima noche se vuelve a declarar en huelga. Si acaso he de terminar, como ahora, en vela.