autosecuestro
La incertidumbre había encontrado en la quietud, su casa. La estática inconforme de la llaga. Una herida. Y una que no sana. Entonces, buscaba confort en la resignación, pero siempre llegaba la nada. Que no cedía. Que no se disecaba. Que más bien se coagulaba entre estómago y garganta.
Entonces, el pensamiento se vencía.
Y aparecían mis voluntades secuestradas.
Entonces, el pensamiento se vencía.
Y aparecían mis voluntades secuestradas.
1 Comments:
igual que las mias...
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