Friday, December 14, 2007

Ghosty

Juntos empuñamos el trasnocho, con el rostro disoluto que dejan las noches que no acaban. Demasiado derretidos por algo que fue. O que no. Demasiado masticados por la falta de mañana.

(Demasiado habituados a la sombra).
(Demasiado hermanados con la nada).

Entonces las horas pasaban lento, con su inexpresiva carga de habitual inmunidad, cada segundo tomándose su tiempo, digno, antes de caer para siempre en ese cementerio de instantes que se mueren y se matan.

Que se pierden.
Y que se escapan.

Entonces nos quedamos solos. En medio del fuego cruzado.

Con los labios fríos. El cielo roto.

Y las balas rozando nuestros párpados.

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